La carta que Chespirito nunca le envió a Graciela Fernández.

“Graciela…”

No sé si estas palabras lleguen tarde. Tal vez ya ni las quieras leer. Pero de todos modos, te las quiero decir…

JAMÁS DEBÍ DEJARTE.

Cometí errores. Muchos.
Y, aun así, tú estuviste ahí.
Siempre fuerte. Siempre firme. Siempre hogar.

He tenido otras etapas, otros caminos, incluso otras personas a mi lado…
pero tú fuiste el origen de todo.

Te fuiste quedando en mis recuerdos,
en la risa de mis hijos,
en cada día que despertaba y me faltabas tú.

Perdí algo que nunca debí soltar: a ti.

Extraño a la mujer que me ayudó a construir una familia,
mientras yo solo pensaba en construir mi carrera.

Perdóname por no ver todo lo que hacías por mí.
Perdóname por darte por hecho.
Perdóname por haber creído que el amor podía reemplazarse.

Hoy entiendo que a ti no se te reemplaza.
Que contigo no perdí una pareja…

PERDÍ MI HOGAR.

Si pudiera volver atrás, te juro que no saldría por esa puerta.
Me quedaría.
Te escucharía más.
Te cuidaría más.
Te amaría mejor.

Pero como ya no puedo… solo te digo esto:

Te sigo amando.

Y mientras exista, vas a seguir siendo mi gran amor,
aunque nunca vuelva a tenerte cerca.

— Roberto

A veces los hombres se van creyendo que afuera hay algo mejor…

Y lo que encuentran es soledad con aplausos.
Pero al final, cuando todo se apaga,
el corazón siempre vuelve a donde fue amado de verdad.

Si tú también fuiste esa mujer que lo dio todo,
y que, aun rota, sostuvo una familia con amor y silencio…

Esta carta es para ti.

Y si conoces a una mamá, una tía, una abuela que también lo vivió…
haz que estas palabras la abracen por dentro.

Porque algunas cartas llegan tarde…
pero todavía pueden sanar.

Esta carta fue creada con ayuda de inteligencia artificial a partir de entrevistas reales, declaraciones públicas y testimonios de personas cercanas a Roberto Gómez Bolaños. No corresponde a un documento auténtico, pero busca reflejar, de forma emocional y respetuosa, lo que pudo haber sentido.